miércoles, 29 de agosto de 2012

Cuidado de los peces en tu acuario pecera


Peces como "mascotas"

Altamente vulnerables y frágiles, los peces son más sensibles a la temperatura que cualquier
 animal de sangre caliente: Un repentino cambio de sólo unos pocos grados puede matar a una carpa dorada.   El humo del tabaco, los gases de las pinturas, y los sprays de aerosoles son sólo unos pocos de los comunes contaminantes de interior que pueden dañar a los peces. En una pecera o en un tanque, el amoníaco que los peces excretan ellos mismos puede acumularse hasta niveles tóxicos. Como el 
amoníaco, una insignificante cantidad de cloro puede causarles dificultades respiratorias e incluso espasmos nerviosos. El cloro en el agua corriente puede fácilmente ser fatal para ellos. La visión humana y los sonidos bombardean los acuarios de los peces. Simplemente, el encender una luz en una habitación oscura puede asustarles tanto que se llegan a estrellar contra las paredes de los tanques y llegan, incluso a morir. Las vibraciones de la TV, del estéreo, o los portazos de las puertas pueden también causarles inquietud y heridas. 
En “Tú y tu acuario”, Dick Mills advierte que los peces están “probablemente asustados y estresados por los golpeteos en el cristal del acuario”. Según las investigaciones de H.H. Reichenbach-Klinke, los peces, repetidamente expuestos a la música alta, desarrollan heridas mortales en el hígado. Mientras que los peces están agobiados con todo aquello artificial, los acuarios les roban lo natural. A los peces se les niegan actividades tales como rebuscar comida en los enormemente variados arrecifes de coral. En cambio, nadan y vuelven a nadar en las mismas pulgadas o pies cúbicos, recibiendo pasivamente el mismo alimento comercial día tras día. Mills afirma que los peces del acuario suelen padecer de aburrimiento. Las carpas y otros peces sociales requieren compañeros de su misma especie: de lo contrario, comenta Mills, ellos "languidecen". Con la pérdida de un compañero, los peces muestran síntomas de depresión, tales como aletargamiento, palidez o caída de aletas. En “Inteligencia Animal”, el zoólogo George Romanes comenta este incidente: cuando en un acuario el propietario sacó a uno de los dos peces, el que se quedó dejó de comer hasta que, tres semanas después, su compañero fue devuelto.  
La capacidad de los peces para sufrir

En concordancia con sus otras sensibilidades, los peces sienten, sin ningún género de dudas, estrés 
y dolor. Perseguidos, confinados o amenazados de otros modos, reaccionan como lo hacen los humanos al estrés: con aumento del ritmo cardíaco, respiratorio y de liberación hormonal de adrenalina. Sujetos a condiciones adversas prolongadas tales como la masificación o contaminación, sufren deficiencias inmunológicas y daños en sus órganos internos. Tanto bioquímica como estructuralmente, el sistema nervioso central de los peces se parece enormemente al nuestro. En los vertebrados, las terminaciones libres de los nervios registran dolor; los peces poseen estas terminaciones nerviosas en abundancia. Los peces también producen encefalinas y endorfinas, sustancias de tipo opiáceo que se sabe que combaten el dolor en humanos. Cuando están heridos, los peces se retuercen, jadean y muestran otros síntomas de dolor. Los peces sienten, definitivamente,  miedo, el cual juega un papel importante en la evitación aprendida. Una vez que los pececillos de río han sido atacados por un lucio, o simplemente ven a otros pececillos de río ser atacados, huyen inmediatamente al olfatear al lucio. Habiendo experimentado el ataque de un tiburón, los peces huyen al escuchar el sonido de sus afilados dientes. Las grandes bocas de las lubinas, según las demostraciones del investigador R.O. Anderson, aprenden rápidamente a evitar los anzuelos  simplemente viendo otras lubinas que han picado en él. En cientos, quizás miles, de experimentos, los peces han realizado tareas para evitar las descargas eléctricas. Numerosos experimentadores han reconocido inducir miedo en peces. Entre sus “observaciones de la conducta de los peces que fueron sometidos al miedo”, el psiquiatra Quentin Regestein afirmó, "un pez asustado puede arrojarse hacia delante, ponerse con el lomo hacia arriba, dar vueltas alrededor, o puede simplemente mostrar su debilidad cuando la situación se convierte en insoportable.” Los peces lloran por dolor y por miedo. Según el biólogo marino Michael Fine, la mayoría de los peces que emiten sonidos "vocalizan" cuando son pinchados, asidos o perseguidos. En experimentos de William Tavolga, el pez sapo gruñó cuando recibió una descarga eléctrica. Y aún más, pronto comenzaron a gruñir a la mera vista de un electrodo.   Los peces son animales maravillosos, cuidemos de ellos!   

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